Allá, en las alta alamedas.
Donde tu cuerpo enmudece, donde tuspiernas flaquean. En ese lugar que taciturna tus ávidas pupilas, y anuda esas palabras que arrastran algo, de muy dentro de ti, al rebasar tu garganta. Ahí donde el tenue paso del tiempo zozobra, al ritmo de un arrebato intangible. Y la calma arrecia tus sentidos. Y un cálido latido de un magma inexpugnable, se vuelve caramelo. Aquí, en el imperceptible momento que hay entre un eterno, tú y yo.
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Jorge Cáceres Hernández
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Septiembre 2018
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